✓ Empezar con actividades sencillas y cortas que los alumnos y las alumnas sean capaces de hacer por ellos mismos e ir gradualmente aumentando la dificultad.
✓ Partir del nivel real del alumnado, con actividades motivadoras, siempre que se pueda.
✓ Usar las nuevas tecnologías de la información y comunicación adecuadas a ellos.
✓ Realizar pruebas escritas o exámenes con moderación.
✓ Sustituir las tradicionales clases magistrales por explicaciones a nivel individual o en pequeños grupos.
✓ Alternar tiempos de trabajo con tiempos de descanso.
✓ Fomentar el respeto a los compañeros del grupo.
✓ Crear un hábito de trabajo en clase.
En definitiva, se ha de tener en cuenta que el tener alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo nos hace necesario llevar a cabo constantes retoques del currículo para ajustar la marcha de la clase a éstos y poder atender a la mayoría de los alumnos y las alumnas, dando más peso específico al trabajo diario y a su actitud ante la materia que a los resultados de las pruebas escritas que se realicen.